Amor, desamor, muerte, son temas muy presentes en esta segunda novela de la autora madrileña, Rosa Montero, publicada en 1982. Pero más que de amor tendríamos que hablar de pasión amorosa, de experiencias amorosas, de desamor o de la vida misma. Porque Lucía, la protagonista, vive atrapada en el desorden, en un caos al que no sabe poner nombre, pero con ayuda de Miguel, uno de sus amantes, que es matemático, consigue vislumbrar un poco de claridad gracias a una teoría extraída de la física cuántica, una ley conocida como función delta que describe fenómenos discontinuos de gran intensidad, pero brevísima duración, es decir, una teoría que define fenómenos cuya intensidad tiende al infinito y cuya duración tiende a cero. Es decir, que el amor, el desamor y la vida misma parecen estar sujetas a esa ley de la función delta…
Es evidente el porqué muchos definen “La función delta” como una novela de tono existencialista, sencilla y directa. Pero solo es sencilla en apariencia. La trama gira en torno a los dos momentos más significativos en la vida de Lucía, oscilando entre el momento de su mayor apogeo emocional y laboral, los 30 años y el momento del inicio del crepúsculo, cuando a los 60 le diagnostican una enfermedad y comienza a vislumbrar con miedo el final de la vida, emergiendo con fuerza todos los fantasmas interiores que le han acompañado siempre, los fantasmas del miedo a la soledad y a la muerte.
Hay quien define la historia como inquietante, por mucho que también haya retazos de humor, cuando en realidad, “La función delta”, está dotada de una profundidad anómala, es una pura indagación en los recovecos más oscuros de nuestro interior, en busca siempre de aquello que nos impulsa hacia la vida y nos rescate de las tinieblas de nuestros temores, de nuestras contradicciones o de la nada más absoluta.
Autor reseña: Maite Mateos
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