Drama escrito en 1952 y estrenado como “The crucible” en 1953 por el autor norteamericano Arthur Miller, que tras sufrir en su propia piel la persecución liderada por el senador Joseph McCarthy, sintió la necesidad de denunciar la paranoia anticomunista que estaba conduciendo a los Estados Unidos a una pérdida de derechos y libertades. Fue traducido como “Las brujas de Salem” al inspirarse en los acontecimientos históricos acontecidos en la población puritana de Salem entre 1692 y 1693.
“Las brujas de Salem” es un lúcido análisis de cómo en momentos de histeria colectiva provocada por miedo a las represalias, a lo desconocido, al demonio o al comunismo, siempre habrá personas que aprovecharán la oportunidad para sacar algún provecho propio o saciar su sed de venganza personal. Según la pensadora Silvia Federici, la caza de brujas es el fenómeno que permitió el auge del capitalismo, que es lo mismo que hablar de patriarcado, pues es la caza de brujas lo que convirtió a las mujeres en seres sumisos. Porque la caza de brujas supone dar rienda suelta al miedo y al terror, a esa histeria colectiva que se apodera de las comunidades para convertirlas en un auténtico infierno. Porque eso es lo que se describe en “Las brujas de Salem” de Arthur Miller, un auténtico infierno provocado por el miedo que tienen unas niñas a las represalias por entregarse al baile prohibido por una sociedad asfixiante y puritana. Por el miedo provocado por unos aldeanos que temen ser acusados de prácticas infernales…
La histeria colectiva, el miedo, las bajas pasiones humanas, el honor y la dignidad, la tenacidad de no querer traicionar la propia conciencia y a los demás, son los temas que subyacen a lo largo de toda la obra.
Autor reseña: Maite Mateos
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