¿ES POSIBLE VIVIR SIN ILUSIONES?

¿QUIÉN TEME A VIRGINIA WOOLF? – EDWARD ALBEE

Autor reseña: Maite Mateos

Dividida en tres actos, “¿Quién teme a Virginia Woolf?” es considerada la obra dramática más renombrada de Edward Albee, autor norteamericano heredero de O´Neil, Miller y Tenesse Williams que contribuyó a reinventar el teatro de USA introduciendo nuevas tendencias dramáticas europeas propulsadas por Beckett y Ionesco, circunscribiéndolas al llamado teatro del absurdo.
“¿Quién teme a Virginia Woolf?” apareció en Broadway en 1962 y fue su estreno un gran fracaso, aunque acabaría ganando varios premios Tony en esa temporada. Presentaba una historia controvertida, llena de humor negro y definida hoy como una vivisección de las relaciones de pareja. En su momento, provocó un gran revuelo entre los sectores más conservadores de la sociedad norteamericana por su lenguaje soez y la brutalidad de sus diálogos. Fue valorada entonces, en términos clásicos, como una obra mal construida, con un débil final y una historia oscura difícil de interpretar. Hoy en día, en cambio, se considera una obra maestra malentendida que va más allá de un intercambio de pullas maritales, lacerantes y bañadas en alcohol. Es una obra que contiene varios niveles de lecturas con resonancias simbólicas.

En primer lugar hay una lectura histórico-política, que se deduce de los nombres de sus protagonistas, George y Martha, que coinciden con los del primer presidente americano y su esposa, que representan la vieja América, mientras Nick y Honey representan la nueva América. Es más, en el tratamiento de los personajes femeninos de Martha y Honey se ve reflejada la típica misoginia de la época.
En segundo lugar hay una lectura psicológica y filosófica que pone el foco en los conceptos de realidad y fantasía o verdad y mentira, ineludiblemente vinculados a la experiencia humana, que cuenta con la herramienta del lenguaje para construirlos.
Y sin embargo, ambas lecturas son insuficientes. La ambigüedad de la obra es un efecto buscado para provocar la reflexión. Precisamente son estas estrategias anti-clásicas las que convierten a Albee en un dramaturgo postmoderno que llena sus historias de referencias a otros textos culturales para hacerlas aún más complejas. El mismo título, en el original, “Who´s afraid of Virginia Woolf” responde a un barroco juego de palabras extraído de un chiste de los ambientes intelectuales, que combina una canción infantil titulada Who´s afraid of big bad Woolf”, de la película de Disney de los años 30 “Los tres cerditos”(cancioncilla que se convirtió en una especie de himno nacional en el contexto de la gran depresión pues creaba un clima de falso optimismo), con una escritora de vanguardia, donde Virginia Woolf no añade más que una rima con “Big Bad Woolf”. Lo que expresa realmente la ambigüedad del título es ¿quién tiene miedo de vivir sin ilusiones? Este sería el tema central de la obra, la necesidad de equilibrar las relaciones entre realidad y fantasía proyectadas en los juegos dialécticos entre dos matrimonios y en el final, que encierra en realidad una poderosa metáfora reflexiva, ¿para la supervivencia son más sinceras y necesarias las locas mentiras que las aparentemente serenas y falsas verdades?