HACIA UN DOLOROSO FINAL…

LA MAGNITUD DE LA TRAGEDIA – QUIM MONZÓ

Autor reseña: Maite Mateos

El humor negro y la ironía impregnan esta novela de tono sarcástico que explora las profundidades del alma humana a través de personajes como el de Ramón María o el de Ana Francesca, a los que el autor catalán dota de un cinismo y una perversidad que escapa del ámbito de los pensamientos para plasmarlo en una realidad ficcionada de forma extremadamente visual, donde se relata, con todo lujo de detalles, desde la fisiología de la excitación sexual hasta todas las formas posibles de acabar con la vida de una persona, tema este último que a mí, personalmente, se me antojó extremadamente desagradable.

La narrativa obscena y pornográfica de Monzó es equiparable a la de Henry Miller y Philip Roth, sin ninguna duda. Y si cabe, más irritante y contrastadamente divertida.
Los nombres de los personajes de la novela, en su práctica totalidad, salvo alguna excepción, son nombres compuestos y ridículamente rimbombantes, pensados en clave de humor para etiquetar a unos personajes vacíos y frívolos, alienados en su entorno urbano, que solo son capaces de conjurar sus miedos, sus iras y soledades con la compañía de amantes tan vacíos y frívolos como ellos.
Y sin embargo, el autor se muestra más compasivo con el personaje de Ramón María, un viudo de unos cuarenta años, al que presenta como víctima de una sucesión de tragedias que afectarán a todos los que le rodean, en mayor o menor medida, que del personaje de Ana Francesca, una adolescente de diecisiete años a la que dota de rasgos psicopáticos y emociones inestables.
La novela se publicó por primera vez en 1989 en catalán y ha sido traducida a numerosos idiomas desde entonces. En ella, lo absurdo, las pasiones y las obsesiones de la sociedad patriarcal y consumista en la que vivimos quedan soberbiamente retratadas, a modo de caricatura grotesca, a través de unos personajes que inevitablemente alcanzarán un final doloroso, tan doloroso como será, sin duda, el final de la sociedad capitalista.