APRENDIENDO A CONVIVIR CON EL MIEDO

GINA – MARIA CLIMENT

Autor reseña: Maite Mateos

No se puede negar que Gina es una novela escrita con un estilo más que correcto, fresco, natural y espontáneo, que fluye de una manera relativamente amena. Entremezcla en la versión originalmente escrita en catalán, el dialecto del Delta del Ebro, con el catalán central, con el francés y el castellano. Una mixtura que se me ha antojado al principio un poco desconcertante y curiosa. Pero desde luego es enriquecedora.

La autora catalana Maria Climent construye esta historia con sesgos autobiográficos y de autoayuda, alternando sin orden cronológico tres momentos diferentes de la vida de su protagonista, la Gina. Nos habla así de su infancia, de su adolescencia y de su entrada en la edad adulta a medida que va introduciendo numerosos temas, como el de los roles sexuales, la infertilidad, la presión que supone querer quedarse embarazada y no poder, el anhelo de la maternidad como una necesidad biológica entremezclada con una especie de sentimiento de imposición cultural en el que no ahonda demasiado o el tema de la posibilidad de enamorarse o sentir algo por una persona independientemente de su sexo, sin caer en las consabidas etiquetas… Pero aunque la novela presenta cierto tono reflexivo, incluso algo poético y no deja de plantear muchos temas sumamente interesantes, no acaba de desarrollarlos en toda su extensión.
Gina es una opera prima narrada en primera persona, intercalando unas cartas que jamás serán remitidas. Es una novela con la que la autora ganó el premio literario de Salt en 2020. Es un viaje introspectivo, una historia de construcción personal, de superación, de aceptación del diagnóstico de una enfermedad degenerativa que acercará la historia al drama, a la tristeza, pero narrada desde una perspectiva llena de fuerza, de vitalidad. Hay quien defiende que Maria Climent trata el tema de la enfermedad con un humor sarcástico alejado de la frivolidad, pero yo más bien percibo a Gina como un personaje muy perdido, algo “pijo” y superficial a la hora de relacionarse emocionalmente y aún así, se me antoja interesante que acabe sabiendo cultivar un círculo de amistades femeninas, como la de Franziska, que le ofrece apoyo psicológico o la de Elizabeth, que le aporta el modelo de experiencia y madurez necesaria para aprender a convivir con sus miedos y plantearse la posibilidad de una maternidad que escape de los patrones patriarcales.

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